sábado, 4 de octubre de 2008

JOAN SEMMEL



Una pintura es un objeto contemplativo
que permanece y mantiene la atención
durante un periodo de tiempo,
no un objeto que se mueve y se marcha
en un momento. Revela el proceso de
su realización y las capas de tiempo
transcurrido para hacerlo. A través del
proceso de pintar, a través de cambios de
énfasis y refinamientos intencionales,
el significado e implicaciones de las imágenes se vuelven más intensos.

Joan Semmel


Las pinturas de Joan Semmel nos muestran una forma audaz, casi descarada, de tratar la figura humana y en particular la femenina, bajo las formas más características del expresionismo y de la abstracción. Su pintura es figurativa y resulta fuertemente erótica. Se centra esencialmente en el desnudo femenino, desde un punto de vista que, según los críticos, parece exclusivo de una mujer.
En sus lienzos el espacio aparece ocupado por cuerpos o mejor por fragmentos de cuerpos que son la propia superficie de la pintura. Los cuerpos aparecen totalmente implicados (ocupados) en su existencia sexual y física. Los cuerpos forman un lugar psicológico. Los cuerpos definen el ambiente y son a la vez definidos por el ambiente (espacio).
Cada cuadro nos muestra la intimidad entre cuerpo y lugar o situación de forma extraordinaria, borrando la distancia que la gente parece necesitar para ciertos actos y ciertos momentos de su vida íntima. Se trata de formas humanas o casi humanas, completas o en fragmentos que a medida que se las mira van adquiriendo fuerza, y a medida que se hacen más poderosas, se vuelve también más vulnerables, más humanas.
Las figuras, aunque estáticas, parecen moverse, o querer moverse, personalmente tengo la sensación de que están en acción.
En lo que respecta al color utiliza blancos, azules, grises, amarillos, ocres y puntualmente el rojo, dando con ellos sensación de vida, de movimiento. Sin embargo, podemos comprobar que en muchos casos el color aplicado está lejos de corresponderse con un color propio de la forma real a la que se aplica (cuerpos totalmente verdes, amarillos, etc.)
Las figuras aparecen como encerrados en un ambiente concreto. Las sombras de estas figuras y su presencia en un espacio abstracto parecen hacer de su existencia algo aparte. Se presenta un grado notable de intimidad entre las figuras objeto de cada pintura. Esa intimidad es presentada con descaro, sin prejuicios. Sentimos como podemos participar en la experiencia de cuerpos y vidas ajenos, sin pudor. El espectador actúa como un auténtico mirón. Se consigue una complicidad del espectador en su papel absolutamente pasivo.
A comienzos de los años 70, con el feminismo, Semmel va a encontrar su camino hacia el mundo del arte. Comenzó pintándose a sí misma y a su amante. Fotografió sus cuerpos en posición supina desde su propio punto de vista. Ella fue, entre otras cosas, desafiando las convenciones de la belleza femenina, que a lo largo de la historia ha estado sujeta al control de la subjetividad masculina. Su trabajo no pasó a formar parte inmediatamente del canon feminista en los años 70, la razón puede haber sido porque su trabajo era más personal que polémico. Mucho del feminismo radical de la época trata de evitar la pintura en sí misma por considerarla un bastión masculino, al igual que muchos marxistas consideran que se trata intrínsecamente de una actividad burguesa y, por tanto, antiprogresista.

Selección de obras








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